


Misión


Somos un grupo de personas dedicadas al coleccionismo de boletos de micro, a la investigación de la historia del transporte público de pasajeros en Chile y a la recopilación del material gráfico que ha quedado en la historia de este rubro.
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Nos hemos reunido para compartir historias, anécdotas y vivencias que puedan servir para dar a conocer a la gente, a través desde nuestra pasión que es el coleccionismo, un pasado de gloria y nostalgia que poco a poco nos abandona, por causa del avance tecnológico, pero que aún no muere.
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A través de los años, muchas personas de Arica a Punta Arenas, hemos dedicado parte de nuestras vidas a juntar y coleccionar esos papelitos que alguna vez nos dieron en las micros; ese boleto que guardamos como recuerdo de aquel viaje que nos marcó por alguna razón especial, o porque simplemente nos gustó su diseño, o porque quizá de un día para otro nos dimos cuenta que, en la misma micro que tomábamos a diario, cambiaban sus colores y ese nuevo boleto era más bonito que el anterior… quien sabe, tantas razones que nos llevaron a ser hoy coleccionistas, y hoy en día querer rescatar esa historia y mostrarla al mundo desde nuestra intimidad, desde nuestros álbumes, desde nuestros corazones.
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Es por eso que nace Boletrans Chile, una Asociación Cultural que quiere contar éstas historias; mostrar a la gente lo que hemos recopilado con tanto cariño durante muchos años…, donde cada boleto guardado por nosotros tiene su lugar de origen, un viaje de ida y de vuelta, un trabajo, una historia.
Visión
Nuestro objetivo es reunir y poner en contacto a coleccionistas de boletos y/o personas afines que gusten de nuestra actividad en todo Chile, para ayudarnos de manera conjunta a ordenar, clasificar y aumentar nuestros ejemplares, a través de intercambios tanto por correo certificado como de manera presencial en nuestras actividades grupales.
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Además, y con la cooperación de nuestros socios, deseamos construir un catálogo digital de todos los ejemplares que han circulado hasta la fecha, que pueda ayudar a todo coleccionista a saber fehacientemente, cuales son los boletos que faltan en su colección.
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Con todo esto, queremos ser un aporte a la cultura de nuestro país, para que el día de mañana, si esta actividad llegase a desaparecer, las nuevas generaciones se enteren que existió un grupo de personas que dedicó mucho esfuerzo por mantener viva esta historia que nació hacia 1857.


Valores
El núcleo de Boletrans Chile está compuesto por personas íntegras, humanas, participativas, comprometidas con un proyecto en común, con capacidades de organización inherentes a cada responsabilidad dada.
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Aspiramos a convertirnos en un real aporte patrimonial a la historia de Chile, a través de distintos canales expositivos, en donde puedan participar distintos entes de la cultura, las artes y el mundo del transporte al que pertenecemos.
Historia del Boleto de Micro en Santiago
Hasta mediados del siglo XIX, Santiago no requirió de un sistema de transporte público, ya que todavía era posible recorrer a pie una ciudad que mantenía un ritmo cansino y premoderno. No obstante, su progresiva expansión demográfica y económica demandó la implementación de una red de transporte, capaz de relacionar lo más rápido posible las distintas áreas de la ciudad. Así, en 1857 se inauguró en la Alameda una línea de carros de sangre, el primer medio de transporte público capitalino. Llegado 1880, se entregaban fichas, e incluso monedas de 2, 5 y 10 centavos que se compraban en los terminales como medio de pago por el servicio.
En 1896, el creciente desarrollo experimentado por la ciudad motivó a la municipalidad a convocar a una licitación para la adjudicación de un servicio de transporte movido por tracción eléctrica, iniciativa celebrada por toda la comunidad que estaba fastidiada por la mala calidad del sistema de los carros de sangre, las inmundicias que inevitablemente caían en los recorridos y las molestas e insalubres caballerizas que habían en toda la ciudad.
Con la llegada del tranvía eléctrico en 1897 apareció del boleto, usado para hacer diferencia entre la Primera y Segunda clase. Con él aparecen también, por primera vez, los cobradores, quienes cumplían el rol de recaudar el valor del pasaje, distinguiendo además el tipo de clase de cada pasajero, haciéndole entrega del boleto correspondiente.
El beneficio escolar hace aparición en el año 1862 con la creación de la primera universidad, “Universidad de Chile”. En estos se aprecia el uso de papel roneo texturizado con colores propios, naturales del papel. En 1910 comenzaron a funcionar los primeros carros de transporte público a gasolina. Sin embargo, fue en la década siguiente en la que se establecieron sistemas más constantes que permitieron la lenta aparición de nuevos recorridos.
En la década de 1920 se establecieron sistemas más constantes que permitieron la lenta aparición de nuevos recorridos hechos por los autobuses denominados “taguas” o “góndolas” por los usuarios. En este mismo periodo se da énfasis a la creación de los primeros “tirajes”, término que recibieron los rollos de boleto en aquella época, que además incorporaron número de serie, el que permitiría medir la cantidad de pasajeros que ingresaba diariamente al medio de transporte. Estos boletos no cumplían con un tipo de papel o formato definido, y se caracterizaban por incorporar escritos publicitarios.
Con el nacimiento de los boletos se crean además las famosas “peseras”, cajas de madera diseñadas especialmente para colocar los boletos y que incorporaban pequeñas hojas de sierra, que cumplían la función de cortar los boletos, ya que no tenían prepicado.
Por el año 1945, la Empresa Nacional de Transportes Colectivos cumple un rol social importante dentro de las tareas como empresa estatal, destacando así la existencia de tarifas diurnas, nocturnas y de días festivos, presentando en el texto “Control Estatal” en los boletos. Estos, a su vez, se fueron unificando en diseño, manteniendo el texto de Control Estatal y especificando el tramo horario al cual correspondía.
En 1947 empezaron a circular por Santiago los primeros “trolleybuses” lo que precipitó la desaparición de los tranvías eléctricos, que dejaron de circular el 21 de febrero de 1959. Pronto y frente a la competencia de los buses a diesel o micros como se les conoce en el país (apócope de microbús), los “trolleys” también desaparecieron. En este escenario, durante la década de 1960 se impuso un transporte colectivo basado en micros, cuyo número alcanzó a 5.400 en 1978 y a 11.500 diez años más tarde. En la década de los años 60, las empresas Bomag y Casa Mackenzie comienzan a utilizar papel blanco para la impresión de boletos, pero éstos no alcanzan a circular por mucho tiempo, producto del gran costo que el papel tenía al ser traído directamente desde el extranjero. Por esta razón se vuelve al uso de papeles anteriores. Alrededor de esos mismos años, un incendio llevó a la extinción a la Casa Mackenzie, y Bomag comenzó a desaparecer, probablemente debido a deudas acarreadas producto de la importación de papel.
Es entonces cuando en 1964 la empresa estatal “Casa de Moneda de Chile” se hace cargo de la impresión de los boletos, utilizando mejor tecnología y eficiencia para su producción. Aquellos boletos presentaban un tamaño más grande que los tamaños estándar actuales y llevaban impresa la inscripción “CAMONEDA CHILE”.
Por el año 1970, con la adquisición de nuevas máquinas que diseñan boletos y estampillas en forma correlativa, el formato del boleto cambió a como lo conocemos hoy en día: papel blanco, formato estándar y tradicional. Estas nuevas máquinas permitían un solo tipo de tamaño, otorgaban una impresión rápida y eficaz, y la tinta era exactamente igual a la utilizada en la impresión de estampillas.
El uso del boleto comenzó a requerir un medio de distribución a nivel nacional, y fue por medio del Banco Estado de Chile; quien como ente Fiscal, era la única institución -hasta nuestros días- en tener oficinas a lo largo de todo Chile.
El boleto pasa a ser entonces, una especie valorada, al ser comprobante de uso del transporte público y también el seguro de vida para el pasajero, que con solo el hecho de portarlo, era asegurado por el ISE (Instituto de Seguros del Estado) en caso de sufrir un accidente dentro del transporte. Acorde con las políticas económicas implementadas durante el régimen militar, a partir de 1979 se desarrolló una política tendiente a liberar el mercado del transporte urbano incorporando nuevos buses y recorridos que mejoraron la cobertura y disminuyeron los tiempos de espera. Pero el sistema también originó una serie de externalidades en el funcionamiento de la ciudad que han tratado de ser corregidas por diversas iniciativas de gobierno, después de los noventa.
Así, el 16 de junio de 1979, se pone en vigencia el Decreto N° 196 del Ministerio de Transportes que crea las tarifas "Niveles", que regula los precios máximos en el transporte de buses y autobuses de la locomoción colectiva controlada por el Estado. Con esto, aparecen los boletos con la inscripción de “Casa de Moneda de Chile" impresa en su parte inferior. Estos boletos se caracterizan por presentar un diseño de calidad, muy elaborados y con detalles parecidos a los del billete, permitiendo que fueran difíciles de falsificar.
Este nuevo diseño tenía como característica además, el llevar clave, es decir, incorporaba una letra, que podía ser de la A hasta la O. Este detalle es conocido como la Serie del Boleto, que era única. No existen dos boletos con la misma serie, numeración y diseño.
Con la puesta en marcha de este decreto, comienza una nueva etapa en los boletos de micros, y por ende, marca el inicio de las actuales generaciones de coleccionistas de boletos de micro en el país, es por esto que hemos declarado esta fecha, el 16 de junio, como el Día del Coleccionista Boletero.
Siguiendo con la historia, ya por el año 1983, las empresas del transporte quedan con mayor libertad de acción en cuanto a lo referente al seguro en caso de accidentes, permitiendo de esta forma, tomar los seguros con las empresas que ellos consideraban pertinentes. Por este motivo ya no era obligación comprar boletos a “Casa de Moneda de Chile”.
En 1986 se dicta la ley 18.490, que establece Seguro Obligatorio de Accidentes Personales Causados por Circulación de Vehículos Motorizados, es decir, todo individuo, ya sean pasajeros, conductores y auxiliares, peatones o personas no transportadas, incluyendo a los vendedores ambulantes, recibirían atención médica, con el solo hecho de verse involucrado en un accidente, sin importar si portaban su boleto o no. Este seguro de Accidentes Personales (SOAP), era contratado por el dueño del transporte y cumplía con la función de cubrir todos los riesgos de muerte y lesiones corporales que sufrían las personas a consecuencia de accidentes en que participen vehículos de la locomoción colectiva y taxis colectivos. A partir de este momento el boleto pasa a ser únicamente un documento que tiene la calidad de comprobante de pago y que ayuda a la fiscalización, por parte de los empresarios dueños de microbuses, permitiendo controlar que la recaudación correspondiera a la cantidad de boletos cortados, entregados a los pasajeros.
Desde 1987, las empresas comienzan a incorporar sus propios diseños en los boletos; esto sucede tanto en Santiago como en regiones, donde destaca una variedad de diseños más personalizados que incluían logos, geografía del lugar o incluso algunos diseños apaisados, que rompían un poco con el esquema tradicional del boleto.
Conjunto a esto, también se llevaron a cabo iniciativas para motivar a los usuarios a conservar el boleto; que al haber perdido su calidad de seguro, ya no era guardado con tanto recelo. Estas iniciativas iban desde concursos de raspe, cartillas, boletos sumergidos en cloro a sorteos. Esto se hacía a modo de evitar que los boletos fueran devueltos al conductor una vez que se bajaban del transporte, para ser posteriormente reciclados por él, lo que implicaba una pérdida para la empresa.
En 1992, Casa de Moneda deja de encargarse de la producción de boletos producto de la licitación de transporte que se realiza este mismo año. A partir de este momento la mayoría de los empresarios comenzaron a hacer sus boletos en imprentas de costos más bajos y de menor calidad. Esto posibilitó la falsificación de los mismos, así que los empresarios optaron por renovar los diseños a cada cierto tiempo, para controlar esta situación.
Dentro del marco del nuevo sistema de licitación, por el año 1998, aparecen los cobradores o validadores automáticos con el propósito de mejorar el sistema y la calidad del servicio; con el fin de que el conductor se enfocara única y exclusivamente a la conducción de la máquina. Por otro lado, hay quienes optaron por el uso de cobradores humanos para cumplir con esta norma legal.
Estos validadores o cobradores, emitían un papel térmico con los datos del servicio. Solo existían dos modelos de cajero que usaban los boletos tradicionales. Uno incorporó en un boleto la imagen del mismo; era bastante pequeño en comparación a otros y fue usado por pocas empresas. El otro entregaba boletos hechos en primera instancia por Casa de Moneda de Chile y posteriormente por Impresores 27. Estos boletos tenían sacados en las esquinas para que la máquina los expulsara a medida que la persona depositara sus monedas en el cajero. También contaban con prepicado, pero su formato era más angosto que los boletos tradicionales.
En un plazo no mayor a los dos años, el sistema fracasó por diversas razones, ya sea porque los pasajeros no contaban con sencillo o los cajeros fallaban. Al final muchas empresas terminaron usando el cajero solo para emitir el boleto y el chofer terminaba recaudando el dinero tal y como lo hacía antes de la puesta en marcha de este sistema de pago.
De esta manera en el año 2001 se retoma el uso del boleto, y algunas líneas incorporaron diseños bastante atractivos, impresos a todo color con el propósito de publicitar su empresa, pero sobre todo para crear boletos de colección. Estos boletos tenían series de colección de acuerdo a la época del año, como fiestas patrias, navidad, vacaciones, etc. En cada una de estas temporadas, entregaban series de 6 boletos dentro del mismo rollo; es decir, los 6 diseños venían unidos de forma continua, algo fuera de lo común si se piensa que todos los boletos presentan un solo diseño por rollo.
En todos estos años y a pesar de los intentos por impedir las irregularidades, los usos fraudulentos de los boletos no menguaban, fue por esto que los empresarios tomaron nuevas medidas. Una de ellas fue sacar boletos diferentes dentro de una misma empresa, así el empresario lograba un control más exhaustivo de sus propias máquinas. Otra de las ventajas de esta medida era la reducción de costos; puesto que no tenían que mandar a imprimir sus boletos necesariamente a la misma imprenta donde los mandaba la empresa a la que prestaba servicio, sino que podían escoger una alternativa más económica.
Aunque estas medidas no fueron suficientes, se llegó a una nueva forma de control que consistía en incluir en los boletos sellos dorados, para impedir la falsificación de éstos, ya que al ser escaneados o fotocopiados a color, este sello no se reproducía. Otra medida que se tomó, fue la de incluir el número de bus y su respectiva patente.
En el marco de estos proyectos de mejoramientos, a principios del siglo XXI, en el año 2005, el gobierno implementó un nuevo sistema de transporte público que integró el Metro con la locomoción colectiva. Esta es la etapa de transición entre las "micros" amarillas, y el nuevo y moderno transporte público que sería implementado a finales de este mismo año, para consolidarse en febrero del 2007; este es el "Transantiago", y con ello, el boleto empezaba a contar sus días de circulación, para dar paso al sistema de pago con la "tarjeta bip!"
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Referencias:
Gutierrez, Natalia (2015). Extracto de: Diseño efímero: El boleto de transporte público, Valparaíso, Chile. Junio 1, 2020, de Escuela de Arquitectura y Diseño, PUCV Sitio web: https://wiki.ead.pucv.cl/Dise%C3%B1o_ef%C3%ADmero:_El_boleto_de_transporte_p%C3%BAblico,_Valpara%C3%ADso,_Chile
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MTT Chile. (1979). Decreto 196/79. Abril 25, 2020, de Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, CHILE Sitio web: http://www.mtt.gob.cl/




